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sábado, 20 de diciembre de 2014

¿Cómo me siento cuando veo el miedo en tus ojos?

Contento.
La vida es como debería ser, si ves el miedo cuando observas la gravedad de mi expresión. No estoy jugando contigo cuando  mis ojos son de color oscuro y fríos. Te estoy diseccionando.
Si la expresión de mi rostro, mi mirada y el desencaje de mis facciones son poco atractivos, tu medidor del miedo debería subir.
¿Cómo me siento cuando no sube? Me siento comprendido.
Si sube, sé que no me comprendes. Obviamente, no me has estado prestando atención. No he ocultado el hecho de que ya soy despiadado e intolerante cuando se trata de la falta de respeto y la insensatez.
¿Cómo me siento? Frío, brutal y decisivo.
Es dolorosamente obvio que el miedo debe ser inculcado. Doloroso para tí y agradable para mí. Incluso, conteniendo tu aliento con una rodilla fuerte contra tu pubis, parece hasta razonable.
A medida que tu cabeza baja automáticamente, “tus órganos responden para ahorrarse tu orgasmo.” La reacción instintiva de lo simple es llevar la rodilla hacia arriba, una vez más, a la cara. Es el miedo ganado a través de la reacción, no de la especulación.
Esto no debería ser de esta manera.  Escucha para creerme cuando te pido…yo soy serio, ¿o no?
La forma más fácil es mi manera… tu elección, no tanto.

domingo, 7 de diciembre de 2014

El hambre ha vuelto

Durante unos pocos años, he estado hibernando, y ya rehecho, desde la consideración de que me convertiré en el receptor primario de mis experiencias de vida y deseos de entrenar a una mujer en la sumisión para que se entregue.
En la medida que la lluvia cae, veo mi resistencia a la nueva carne femenina caer en el camino. Es una buena sensación.
Ahora estoy mirando a una posible sumisa con nuevos ojos. Esta vez, estoy reflexionando en lo mucho que no solo puede dar, sino en lo mucho que puede llegar a conseguir a través de mí. Voy a elegir a la que tiene sus ojos puestos en mí, no sólo un ojo, sino los dos ojos.
A menudo, he escogido a aquellas sin experiencias. Otras veces, a las que son realmente nuevas a la realidad de la D/s. Generalmente, no elijo a la que ha estado con muchos dominantes. Tampoco, voy a elegir a las que quieren estar con todo el mundo.
Tengo el deseo de moldear a una mujer en todo a lo que una vez soné que podría ser a través de la sumisión. No a una mujer con la mentalidad única de tener su coño jodido y todas las demás morbosidades que alguna vez haya pensado a través de mí.
No voy a elegir a la única que se da cuenta de ese pequeño viaje que nunca será suficiente para mí.
Necesito estar inspirado día tras día, no momento a momento. La sumisa debe ser impulsada a complacerme, porque mi placer la hace realmente feliz. A pesar de que no puede venir a mí como una masoquista, sus deseos, por mi marca de dureza y pasiones, le darán el valor para tener éxito en la aceptación de mis necesidades sobre las suyas.
Ella debe ser capaz de vivir con una mente libre. Debe encajar bien en mi vida. Debe ser fuerte de cuerpo y mente, porque la usaré para mis entrenamientos. Debe ser exitable fácilmente, pero no consumirse con su excitación.
Pero, en primer lugar, lo que me atrae, es su mente.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Mi lenguaje de amor: Humildad

Mi lenguaje de amor siempre ha estado en el límite. Las palabras caen de las puntas de mis dedos tan fácilmente como vivo los pensamientos. Ramificaciones enormes de la imagen de la responsabilidad que viene con el poder.
La humillación es el fuego que alimenta mi pasión por la humilde masoquista. Al saber que su lujuria es alimentada por mi pasión para humillarla en una humildad más profunda.
No siempre prospero en este exceso, pero, a medida que cada capa se despega, la primera capa bajo el vientre de la mente de la masoquista es ser jodida.
A medida que ella se permite a sí misma, sentir su yo más vil sin culpa o miedo al rechazo, mi sonrisa se ensancha. Ella se centra en mí. Ella lo sabe.
Yo la comprendo y la llevaré más allá del infierno y, de vuelta, ella pensaba que lo deseaba. Esta es la magia que compartimos el sádico y la masoquista. Pero, mejor aún, no le llevó mucho tiempo para comprender que no estoy sintiendo sus fantasías.
La conozco. La controlo desde el núcleo de sus necesidades más oscuras, porque tenemos deseos de que coincidan.
La humildad de la masoquista y el sádico de bronce.

martes, 25 de noviembre de 2014

Cuando te arrodillas para mí

Esta mañana, he estado pensando sobre la entrega en la sumisión y el juego de los roles.
Arrodillarse es uno de los actos que muestra el espacio de la cabeza de quien está delante de mí. No tengo ninguna preocupación por la autenticidad de la sumisa, porque sé que está en un viaje que le llevará o no le llevará a una mayor profundidad en un día.
Tampoco tengo necesidad de alentar o desalentar ese viaje. No es mío.
Arrodillarse es una de las formas más básicas de sumisión. Dice mucho sin decir una palabra.  Para algunas, es absoluta y físicamente imposible arrodillarse y, para otras, el arrodillarse, no puede durar mucho.
Cuando el arrodillarse se hace bien, con elegancia, con una combinación de alegría y moderación, me emociona. Este simple acto puede transmitir cualquier cosa, desde las emociones sexuales de la sumisa a las sensuales, obedientes, eróticas o humildes.
Esta posición más humilde puede mostrar una fuerza que es casi inimaginable o de una fragilidad impresionante. El simple acto del ritual de arrodillarse, a menudo, es el inicio de una interacción conmigo. De hecho, el primer acto al que induzco a una sumisa cuando inicio una sesión con ella, es a arrodillarse.

En la entrega, el arrodillarse toma un tono diferente. Uno nunca sabe cómo se va a revelar una mujer cuando se la induce a arrodillarse por primera vez, mientras que las sumisas o esclavas se entregan de una manera diferente. Para mí, es obvio, y deseable, pero este tipo de arrodillarse, se gana aplicando una dominación consistente sobre la sujeta.

viernes, 21 de noviembre de 2014

¿Por qué me gusta follar a una sumisa por el culo?

La respuesta es poco seria: Porque puedo. La frivolidad superficial no tiene lugar en este proceso de pensar. Las razones son muy importantes para mí.
El poder es la primera palabra que viene a mi mente. Mi poder sobre su feminidad. El portal para poseerla, dentro… por dentro y por fuera. Ella no puede escapar del poder de mi empuje, si ella es mi pasión, ni ignorar la mitad de su culo, si no estoy inspirado.
Control.- Una palabra que no se puede negar. El saber que la controlo sexualmente, me excita. Conocerla, mientras arrastro su culo hacia mi entrepierna con mis dos manos viriles y apretando fuerte sus caderas, sabiendo que está siendo controlada, incrementa mi lujuria para ejercer mi poder sobre ella.
Poder y control.- Estoy empezando a sentir la definición de mis creencias.
Mi autoridad se manifiesta por sí misma en mis direcciones. Cuándo, cómo y por qué. No hay opciones. “Agáchate, perra, tu culo es mío.” Después de todo, yo soy el Boss.
Poder, control y autoridad.- En una relación de larga duración, con ella empalada por mi falo, me satisface de tal manera que, la vinculación informal nunca lo hace.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Mi pasión por el dolor y el placer

Es una fascinación que la razón de la brutalidad me seduzca, no es tan importante como el hecho de que la brutalidad me atraiga.
La brutalidad por sí misma no tiene ningún interés para mí. Para sentir el gruñido de la víctima en mi estómago, debe estar motivada para sobrevivir e, incluso, prosperar bajo la práctica de mi mano. Por mucho que ella lo necesite llevarlo a cabo, es imposible dejar salir la embriaguez de mi crueldad.
Mis pasiones se inflaman cuando mi cinturón golpea culos suaves y vulnerables sin empatía o compasión. El hecho del consentimiento no consensuado, el tipo de las lecciones de no ficción son enseñadas a alguien que las aprende mejor de esta manera. A través de mi extrema dominación, ni los mimos de su ego ni su adicción crecen.
El cuero duro e implacable de la tawse, la cuerda enrrollada y muy apretada alrededor de los tobillos desnudos. Mordiendo torpe y dolorosamente en la frágil carne, sin sentir ningún remordimiento por haber causado el dolor persistente. Realmente, me emociona cómo otro nivel de resistencia es creado por las ataduras.
La frialdad en mi vientre aumenta mis deseos. La resistencia, a pesar de ser inútil, también añade un grado de salvajismo con los dientes rechinando y los puños apretados. Mi corazón dice tráela gritando y tratando de escapar. Solloza y promete algo que no le hace ningún bien en absoluto. No tengo ninguna misericordia cuando es un placer que busco. Soy un hombre egoísta, ¿qué puedo decir?
Su dolor es mi pasión y mi pasión es su dolor. El círculo de la dominación y la sumisión.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Piedad

Asalto tus sentidos, tanto físicos como emocionales, sin descanso. No te atreves a decirme que pare o que me vaya. Cuando cojo tu culo, cada vez más lejos, es brutal y las chispas de amor y dolor, al mismo tiempo, te sobrecargan por completo. Viste que la otra noche fue diferente. Tan diferente. Sólo tratando de procesar lo que te estaba sucediendo era suficiente, incluso para las masoquistas más avanzadas. Aunque yo te había perdido y necesitabas que me mostrara cuánto. A medida que te llevaba hacia mí, todo lo que podías hacer, era pedirme misericordia. El perdón nunca llegó. En respuesta a tus peticiones para que me frenara, te contesté con la boca. No con mis palabras… sino con mi boca.
Mientras enterraba mis dientes en tu espalda, todo lo que podías hacer era gritar. Gritaste tan fuerte, tan salvaje y tan fiera que pensaste… esta vez, es seguro que viene la policía. Ésta nunca llegó, pero te mordisqueé y las marcas no desaparecieron. Al menos, esa no era una noche para la piedad, eso pensé en ese momento. (Una semana después, los moratones conservaban su color vívido). Trataste de procesar el ataque a tu culo y a tu espalda. Lo único que salió fueron gritos. Gritos de películas de terror. Los gritos que se escuchan cuando la protagonista de la película sabe que ha encontrado su final. Te tapé la boca y te protegí con mi propia boca. Tenías tanto miedo de que la policía fuera a venir. Si ellos se hubieran acercado y escucharan los ruidos que salían de tu habitación, me hubieran llevado a la cárcel. Sin lugar a duda. ¡Oh, Dios! Eso hubiera sido trágico. Nadie nos comprende y es tan frustrante, e incluso, a veces, hiriente.
Pero… cuando estaba terminando de hacerte el amor, te rompí tu corazón. Me senté en la esquina de la cama con una mirada de tristeza y remordimiento que no se te ha olvidado todavía. Mi mirada de arrepentimiento fue muy devastadora para tí. Tu ángel hermoso nunca se arrepiente de lo que soy, nunca me arrepentí de lo que te infligí. Sé que lo recibías con amor porque te amo profundamente. Necesitas que me entregue a tí. Quieres todo lo hermoso de este sádico. Y me dices: “Mi hermoso Ben Alí. No hay otra alma como la tuya en este planeta.”
Mientras yacías allí, tu cerebro estaba activo, pero tu cuerpo estaba débil. Tu brazo colgaba sobre la cama y no tenías la fuerza para levantarte. Querías tocarme con tu mano y decirme lo mucho que me amas, eras toda tú. No podías. No podías encontrar la fuerza física para moverte. Te las arreglaste para cubrirte una nalga de tu trasero, pero no pudiste encontrar la fuerza para cubrirte la otra parte. Te caíste y te quemaste toda. A pesar de que estabas allí expuesta, no te importó. Lo único que te importa era recuperar tu aliento, tu cordura, tu compostura y tu corazón.
De alguna manera, te lo hice. Cuando estoy por la zona, te subes en una montaña rusa y lo que sabes, está fuera de tu mente. Estás conmigo y yo estoy contigo. Para tí, no existe nadie que no sea yo. Soy la única persona que existe en tu mente, en tu corazón, en tu cuerpo y en tu alma. A pesar de todo lo que sacudo a tus sentidos, siempre recuerdas de haberlo olvidado después. Siempre te aseguras de estar compuesta. Sé lo consciente que eres con tu cuerpo. En la cama, te hago los gestos más dulces mirándote con tristeza. Bajo tu camisón, para que estuvieras más cómoda. Yo sabía que te sentirías humillada y te cubriría  para prevenir que tu corazón sintiera una pizca de vergüenza y sonrojo.
Yo sabía lo infeliz que serías sintiéndote expuesta, que cogiera tu camisón y te cubriera. Esto es amor. Esto es porque me amas profundamente. Sabes que tengo esos momentos de ternura. Mi delicadeza es tan brutal como mi sadismo. Te hice llorar, y todavía te sigo haciendo llorar. Te hice amar. Te hice creer. Te hice creer que tus sentimientos valen algo. Tus necesidades son importantes. Tu amor es digno de conservarlo.
“Gracias, por ser tan hermoso. Gracias por ser tan intenso. Gracias, por estar ahí, siempre para mí. Te quiero,” me dijiste

sábado, 25 de octubre de 2014

Guía para lamer el coño

Secuenciada en quince pasos.

1.- Díle que es muy hermosa y lo que ella significa para tí.
La mayoría de las mujeres son tímidas con respecto a su  cuerpo. Incluso, si tienes a la mujer más hermosa del mundo en la cama, ella se estará preocupando por si te gustará su cuerpo. Díle que es hermoso, díle qué partes te gustan más, díle cualquier cosa y consigue que confíe en ti lo suficiente para dejarte bajar entre sus piernas.

2.- Detente y aprecia su única flor.
Ahora, detente y observa lo que ves. Hermoso, ¿verdad? No hay nada que haga a una mujer más singular que su coño. Lo sé. He visto muchos de ellos. Los hay de todos los tamaños, colores y formas; algunos están metidos hacia dentro la vagina de una niña y otros tienen unos labios gruesos deliciosos que sobresalen para saludarte. Otros están anidados entre el vello del cepillo y otros, cubiertos con una pelusa transparente. Aprecia las cualidades únicas de tu mujer y díle lo que la hace tan especial.

3.- Las mujeres son más verbales: Habla con ella de su hermoso coño.
Las mujeres son mucho más verbales que los hombres, cuanto más hables con ellas, más fácil será que se abran. Así, pues, todo el tiempo debes estar acariciando y mimando su hermoso coño. Habla frecuentemente con ella sobre el mismo.

4.- Lamer sus labios mayores, los interiores y buscar su clítoris.
Ahora, obsérvalo otra vez. Separa suavemente sus labios y mira los labios interiores, incluso, lámelos, si quieres. Luego, abre la parte superior de su coño hasta que puedas encontrar su clítoris. Las mujeres tienen clítoris de todos los tamaños imaginables, al igual que los hombres tienen diferentes tamaños de pene. Eso no significa nada sobre su capacidad para el orgasmo. Lo único que significa es que se esconde algo más de ella debajo de su prepucio.

5.- Cada vez que toque el coño de una mujer, asegúrese de que su dedo esté mojado.
Cada vez que toque el coño de una mujer, asegúrese de que su dedo esté mojado. Usted puede mojarlo o humedecerlo con los jugos de su interior. Asegúrese, por todos los medios, de mojarlo antes de tocar su clítoris ya que no tiene jugos propios de ella y es extremadamente sensible. Su dedo se adherirá al mismo y si está seco, le duele. Pero, de todos modos, no quieras tocarle su clítoris. Tienes que trabajarlo. Antes de que ella se excite, su clítoris es demasiado delicado para ser tratado.

6.- Juega con ella y acércate a su coño lentamente.
Acercáte a su coño despacio. A las mujeres, incluso más que a los hombres, les encantan ser objetos de burlas y bromear. La parte interna de sus muslos es su mayor punto sensible. Lámelos, bésalos, haz dibujos con la punta de tu lengua. Acércate peligrosamente a su coño, luego frótalo un poco estando separado. Hazla que se anticipe.

7.-  Juega con ella.
Ahora, lame el pliegue donde su pierna se encuentra con su vagina. Desliza tu cara entre su arbusto. Cepilla sobre su raja sin presionar, hacia abajo, para excitarla más. Después de que hayas hecho esto, llegado el momento en que tu dama se está deslizando de su asiento o posición y se está esforzándose para conseguir más de usted, acércate a ella. A continuación, pon tus labios justo encima de su raja.

8.- Bésala con suavidad, luego, más fuerte.
Bésala suavemente, luego, más fuerte. Ahora, usa tu lengua para separar los labios de su vagina y cuando la abra, pasa tu lengua arriba y abajo entre las capas de carne de su coño. Con delicadeza, abre más sus piernas con tus manos. Todo lo que tengas que hacerle a una mujer, cuyo sexo está a punto de ser comido, debe ser hecho con delicadeza.

9.- Fóllala con la lengua.
Fóllala con la lengua. Esto le sienta divino. También bromea con ella hasta el infinito porque, por ahora, requiere que se le preste un poco de atención a su clítoris. Échale un vistazo. Observe si su clítoris se ha puesto lo suficientemente duro para ver si está fuera de su capuchón. Si es así, lámelo. Si no lo puede ver, es que todavía está esperándole por debajo de su protección. Así pues, lleve su lengua hasta la parte superior de su raja y sienta su clítoris. Apenas puede experimentar su presencia. Pero, incluso, si no puede sentir la diminuta perla, puede hacer que se levante lamiendo la piel que la cubre. Ahora, lámelo con fuerza y presione sobre su piel.

10.- Trabaje su punta del iceberg.
Suavemente, separe los labios de su coño y mueva su lengua contra el clítoris, esté cubierto o no. Hágalo con rapidez. Esto debería hacer que sus piernas se estremezcan. Cuando sienta que ella se está excitando para el orgasmo, abra sus labios en forma de O y coja el clítoris con su boca.

Empiece a chupar con suavidad y observe la cara de su chica para comprobar sus reacciones. Si ella puede controlarlas, empiece a succionar con más fuerza. Si ella lo extrae, chupe incluso con más intensidad. ¡Adelante con ella! Si levanta su pelvis hacia arriba con la tensión de su creciente orgasmo, muévase con ella, no luche contra ella. Espere y mantenga su boca caliente sobre su clítoris. No deje que se corra. Eso es lo que ella está diciéndole también: “No pare, no se detenga nunca, por favor.”

Hay una razón para esto, la mayoría de los hombres paran demasiado pronto. Al igual que cuando se chupa la polla, esto es algo que merece la pena aprender y aprenderlo bien. Una vez, me comentaba una seguidora de mi blog lo siguiente:

“Conozco a un hombre que aparentemente es horrible, horrible de verdad, pero sabe comerle el coño a una mujer como nadie y nunca tiene problemas para conseguir una cita. Las mujeres lo tienen muy solicitado.”

11.- Fóllela con dos dedos.
Pero, volviendo a la sesión de comer un coño, hay otra cosa que puedes hacer para intensificar el placer de tu mujer. Puedes follarla con el dedo, a la vez que ella está disfrutando al lamerle su clítoris, con inteligencia. Antes, durante y después. A ella, le encanta esto a morir. Además de las zonas erógenas que rodean al clítoris, la mujer tiene otra zona extremadamente sensible en la “azotea” de su vagina. Esta es la zona que se frota cuando se la está jodiendo. Bueno, ya que tu polla está bastante lejos de su coño, tus dedos tendrán que follarla.

Tienes que hacerlo con dos dedos. Uno es demasiado delgado y tres son demasiado anchos y por eso no puedes profundizar lo suficiente. Asegúrate de que están húmedos para no irritarle su piel. Deslízalos en su interior, despacio al principio, luego un poco más rápido. Fóllala rítmicamente con ellos. Acelera cuando ella lo haga. Escucha su respiración.

Ella te hará saber lo que tienes que hacer. Si estás chupando su clítoris y follándola con los dedos al mismo tiempo, le estás dando mucha más estimulación de la que puedes darle solo con tu polla. Por lo tanto, cuenta que ella se está poniendo en lo alto de la cresta de su estimulación. Si hay alguna duda, compruébalo con los síntomas.

12.- Conozca sus síntomas orgásmicos para hacerlo incluso mejor.
- Cada mujer es única.
- Tienes que ver que uno de sus pezones se endurece cuando está excitada o cuando está teniendo un orgasmo.
- Tu chica se puede enrojecer o empezar a temblar.
- Conozca sus síntomas y serás un amante más sensible.

13.- No abandone su clítoris cuando ella empiece a orgasmar. (Piense en la mujer multiorgásmica).

Cuando empieza a tener un orgasmo, por el amor de Dios, no abandones su clítoris. Aguanta ahí hasta el infinito. Cuando ella empiece a descender del primer orgasmo, presiona con tu lengua a lo largo de la parte inferior del clítoris, dejando que tus labios cubran la parte superior. Mueve tu lengua dentro y fuera de su coño. Si tus dedos están dentro, muévelos un poco, con suavidad, porque sus zonas son muy sensibles en este momento.

Si juegas bien tus cartas, ella tendrá algunos orgasmos múltiples de esta manera. Una mujer permanece excitada durante toda una hora después de que ella haya tenido un orgasmo. ¿Te das cuenta del impacto total de esta información? ¿El potencial? Una mujer fue cronometrada con 56 orgasmos en una sola sesión. ¿Sabes qué efecto tendría sobre una mujer que le dieras 56 orgasmos? Ella sería tuya todo el tiempo que tú quisieras.

14.- La cereza en el pastel.
A algunas mujeres, les gustan que su hombre les frote en su parte anal con su dedo mientras la están comiendo por fuera.

15.-  Después de la ola orgásmica: manténgase haciendo el amor tranquilamente con ella. El último consejo que tengo para tí es este: Después de haber hecho que se corra, hazla tu esclava, dándole la mejor follada que ella haya tenido nunca. No la dejes sola todavía. Habla con ella, acaricia su cuerpo, sus pechos. Siga haciendo el amor con tranquilidad hasta que ella haya llegado al fondo. Un hombre puede bajarse y dormirse en el mismo aliento y no sentir ningún remordimiento, ningún sentido de pérdida. Pero, una mujer, por naturaleza, requiere alguna sensibilidad más por parte de su amante en esos primeros momentos después del sexo.

El sexo oral puede ser la experiencia sexual más excitante que puedas tener. Tómate tu tiempo, practica a menudo, presta atención a las señales de tu amante y, lo más importante de todo, disfrútalo.

Ahora, vamos a conseguirlo y hacer que tu pareja sonría y te ame siempre.

jueves, 16 de octubre de 2014

¿En qué piensas?

¿Cómo puedes sentarte allí y ofrecerme tu cuerpo y tu alma, ofrecérmelo todo? ¿Ofrecerme la calma, llenarme, poner tu mano fría sobre mi mente calenturienta y aliviarme? ¿Cómo puedes mostrar esta confianza en un monstruo con alma desgarradora? 


¿Cómo puede sentarse allí y decir sinceramente que me encuentras atractivo, que quiere chupar el tuétano de mis huesos?  ¿Usted que me conoce muy bien, usted que sabe exactamente quién y qué soy yo? ¿Usted que conoce exactamente lo que pasa en mi mente y conoce profundamente mi hambre?

Usted me conoce. Mi yo real. Se supone que corriendo y gritando, avisando a los demás de mi presencia. Y, sin embargo, usted se queda. Usted anida sus dedos entre los míos y su sonrisa contagiosa y no tiene miedo. Usted me conoce y todavía no tiene miedo. Usted me está invitando y dándome la bienvenida y no tiene miedo en absoluto.

¿No le molesta que cuando la miro, vea una fuente de alimentación? ¿Qué la observo con la mirada hambrienta de un vampiro a una vena bombeante? ¿Qué mire a su piel suave y pueda probarla con mis dientes?

¿No le molesta cuando muerdo sus labios hasta que pruebo la sangre y luego la chupo? ¿Qué pellizque sus pezones hasta que grite en mi boca y yo respire en tu agonía? ¿Qué te arrastre tirándote de los pelos y meta mis dedos en tu garganta?

¿No te molesta que yo estudie los métodos de tortura y los evalúe para maximizar el dolor y minimizar el daño? ¿Qué yo diga que es para mantenerte segura, pero cuánto de esto es, en realidad, solo para prolongar la tortura y mi disfrute de ti?

¿No te molesta que yo ni siquiera te pida que me obedezcas? ¿Qué yo disfrute saboreándote, saqueándote, hurgando en tu interior, imponiendo en vez de preguntar? ¿Qué ni siquiera te diga que te arrodilles, sino simplemente que lo hagas?

Puedo ser el más tierno y más cariñoso de los amantes y, sin embargo, cuando pienso en ti, solo puedo pensar en tus gritos, en tu aliento estremecedor, en tu entrega total y brutal.

lunes, 6 de octubre de 2014

¿Me va a doler?

“Me va a doler?”

Ella no estaba haciendo la pregunta como suena, como hipotética. En realidad, me estaba pidiendo que le hiciera daño. Lo necesitaba. Ella sabía que lo necesitaba y me estaba pidiendo que lo hiciera por ella.

El dolor es una cosa difícil para mí. No soy un sádico per se. Es decir que yo realmente no me quito de encima el hacerte daño. Pero, creo que es importante decir que me lo quito en la proporción que la energía que compartimos en una conexión realmente intensa. Así pues, ella me pidió si yo podía hacerle daño para alimentar algo dentro de mí.

“Sí, te haré daño.”

Ya lo se, entiendo por qué lo necesitas. Te empuja. Te desquicia. Algunas veces es sólo la manera que lo dejas detrás. Lo entiendo. Cuando eso funciona. Cuando dejas tu mente atrás, eres libre de disfrutar de las sensaciones de los animales primitivos de nuevas maneras. Cuando todo ha terminado, incluso con los moratones, te sientes como si te hubieran dado un masaje. La adrenalina se quema. Te sientes soñolienta, relajada y te gusta ser abrazada, tocada y acariciada. (Y eso también me encanta).

Al principio, eras consciente de mí, de mis acciones, pero al final, he desaparecido. No eres sólo tú, sino tu cuerpo, tu dolor, tu respiración, tu sexo, tu sudor, tus lágrimas y cuando estás bien, me convierto en un cuerpo, un hombre, un instrumento de tu dolor y, por último, el instrumento de tu alivio. Tengo la sensación de ser deseado y de que has dejado los antiguos límites detrás.

Hay algo en la energía que compartimos que es diferente cuando está sucediendo y cuando está hecha. Hay una conexión y una extraña sensación de seguridad, una nueva forma de confianza. Sabes que la he presionado al máximo y que cuando lo necesitas, puedo hacerlo por tí y para tí. Generalmente, no hay un lugar que no te haya tocado.

Esos son los momentos que las palabras no tienen manera de comprender, no hay maneras de entenderlos. Momentos que vamos a mantener entre nosotros y compartirlos solamente cuando nos sintamos seguros con nosotros mismos y, a continuación, cuando tú estés preparada.

“Y estos son los momentos que yo atesoro profundamente,” dijo ella

¿Voy a hacerte daño? Sí. Y me siento privilegiado de haber sido invitado.

sábado, 27 de septiembre de 2014

El verdadero sadismo es algo más que unos golpes

Personalmente, estoy a favor del placer sexual derivado de infligir dolor a otra persona, el dolor físico y, tal vez, humillante. Pero, incluso, visto desde un punto de vista sadomasoquista, el sadismo es algo más que un acto físico.

Creo firmemente que el verdadero sádico es una persona que no solamente disfruta infligiendo dolor físico azotando a los demás, sino que también disfruta del dolor mental y emocional. En cierto modo, sí, todos ellos reviven una combinación.

Pero, sea de la forma en que se azote a un ser humano, se debería prestar igualmente atención a esas dos sensaciones dolorosas.

Entrar en la psique de la masoquista, averiguar lo que es como persona, lo que la motiva, lo que la hace feliz, triste, enojada, avergonzada, etc. Cómo reaccionan a las cosas o situaciones. Conseguir entrar en el interior de sus cabezas y ganar su confianza, para luego, destruirlo todo y arruinar su fe en la humanidad.

Yo, personalmente, he estado más en dramas llenos de situaciones preferibles y menos donde se ha ejercido el sadismo físico. El sadismo emocional es mucho más profundo, un proceso más complicado y muy frágil y fácil de destruir. Sin embargo, es lo primero que tienes que construir. Mientras que los sádicos destructivos y violentos son los que tienen que aprender a reconstruir los finos cristales de las emociones en una pila ordenada antes de destrozarlos todos y, cada uno de ellos, en mil pedazos.

He ahí la diferencia.

domingo, 21 de septiembre de 2014

¿Cómo se hace para qué...?

¿Cómo se procesa el hacer que una pareja masoquista, consentida y dispuesta, sufra de verdad? ¿Existe un punto en el cual, se ponga de manifiesto en tu pareja que está en la “zona de odio?” ¿Esta es para ti una señal de parar? ¿O es más como una zanahoria colgando que dice, “¡Carga!” ¡Ahora es cuando realmente empieza la diversión! ¿Cómo te sientes después?

En mi caso, no hay reglas duras, y rápidas sobre prácticamente nada. Depende de mi estado de ánimo y de su estado de ánimo. Si considero la “zona de odio” como una señal para detener o un signo de que el calentamiento que acaba de terminar,  es totalmente receptivo para el sádico que hay en mí, para hacer el amor con ella.

Y eso es exactamente lo que es para nosotros. Los momentos cuando ella está en la angustia más profunda, tanto que ni siquiera puede tomar aliento para gritar o cuando su pelo largo y negro está pegado a su cara y ella ni siquiera puede mover sus brazos para cubrirse o cuando amortiguo sus gritos con  mi mano y sus pequeñas manos se disparan para cubrir su boca sobre mi mano, porque no puede dejar de gritar, que es cuando el sádico que hay en mí, está haciendo el amor con ella.

No hay momentos en los que estamos más íntimos, más profundamente conectados y más completos que durante (y después) de aquellas veces. En principio, es hacer el amor y, elementalmente, con nuestros corazones y nuestras almas, más que con nuestras mentes.

Entonces, ¿cómo puedo hacer un proceso consensuado, con una masoquista realmente dispuesta a sufrir de verdad?

Por lo general, me baso en mi sensibilidad hacia sus respuestas, en mi empatía con ella para guiarme. No tengo ningún deseo de hacerla daño y ni siquiera herirla. Al final, se trata de conectar con ella, hacer el amor con ella. Y, sí, de complacerla también por mi propia salud, de una manera consensuada. Su placer puede no ser obvio inmediatamente mientras la toco, pero definitivamente, lo es después.

Una vez le dije esto a un amigo sádico:

Creo que podría ser la regla de oro en la evaluación del éxito para gente con gustos como los nuestros; la señora puede dudar de su cordura en ese momento, pero cuando se ha dicho y hecho, ella tímida o no tan tímidamente, puede preguntar cuándo podemos hacerlo otra vez. Es posible que ella pueda estar alegre porque la prueba ha terminado, pero, al día siguiente o la semana próxima, es casi seguro que estará pensando sobre ello, reviviéndolo, sintiendo en su piel el cosquilleo por ese toque particular, sintiendo el hormigueo de su corazón, de nuevo, por esa particular emoción.


Ella es el motor emocional en la relación. Es a través de sus emociones y sus respuestas y el aceptarme y mis necesidades de que ambos sacamos fuerza de nuestra relación. Y, lo creas o no, mi toque ardiente le da días emocionales y vitales para su paz mental y bienestar.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Carta a Bensade: Confesiones de una masoquista

Leyendo este blog suyo, me ha hecho pensar. Antes de empezar, debo enfatizar que estoy escribiendo sobre mi propia experiencia. No tengo ni idea si otras personas pueden estar relacionadas con esto o no y, ciertamente, no pretendo decirle a nadie cómo deben sentir o de que mi manera sea mejor o peor que cualquier otra.

Soy masoquista y no me gusta el dolor. Ya está. Lo he dicho.

Incluso antes de que yo fuera lo suficiente mayor para pensar sobre el sexo, tenía fantasías sobre el dolor. Y después de empezar a pensar sobre el sexo, el dolor siempre formaba parte de mis fantasías.

La primera vez, cuando era una adolescente, persuadí a mi amante para que me azotara con un cinturón y me sorprendí al descubrir que, a diferencia de la fantasía, el dolor duele. Era desagradable. En absoluto, era la manera que yo lo había imaginado. Me dejó profundamente confusa. Durante un tiempo, me negaba a reconocer que era masoquista porque, en un sentido simple y directo, no encontraba agradable al dolor. Aún así, yo lo deseaba. Era la fuente de mi energía, sin la cual, mi sexualidad tenía tan poca vida como la de mi teléfono móvil cuando me olvidaba de cargarlo.

He tardado mucho tiempo, pero creo que he empezado a comprenderlo un poco.

La palabra “dolor” abarca una gran cantidad de experiencias diferentes y diferentes personas lo utilizan para describir cosas diferentes. Así es como yo lo siento.

Bajo las condiciones adecuadas, es posible presionar el umbral del dolor bastante lejos y jugar hasta un punto donde puede ser maravilloso y estimulante por derecho propio. Es bueno tener a alguien que me azote fuerte y sentir la sensación, incluso el daño superficial, sin ninguna de las incomodidades reales que se le atribuyen. En su mejor momento, me hace sentir fuerte, invulnerable, irrompible (aunque sé que esto es una ilusión).

Sin embargo, para mí, el dolor es lo que sucede más allá del punto en el empieza realmente a doler. Es donde el sufrimiento se hace real y, en algún nivel, quiero parar. Por qué me gusta jugar más allá de ese punto, es difícil de explicar. Esta es la mejor manera que puedo decirlo.

No me gusta el dolor, pero me gusta el efecto que tiene sobre mí. Me gusta la anticipación, la manera que me hace sentir viva. Me gusta ser capaz de decir “sí,”, mientras mi miedo está gritando “no.” Me gusta la tensión entre el deseo de alejarme y el no poder o elegir no hacerlo. Me gusta el efecto que tiene sobre mi cuerpo, el deseo lo extrae. Me gusta ver la manera que el mundo se mueve a mí alrededor y sentirme diferente, más diferente, más vibrante.

Si el sadomasoquismo es un arte, entonces, su paleta es el sentimiento y la emoción humana. Aprecio los colores oscuros porque son parte de la belleza. Con ellos, es posible crear los contrastes. El espacio que crea, la paz perfecta que viene después. La manera que el más ligero toque de ternura o de afecto que, de repente, se siente, es todo mi mundo, es como encender una vela en la oscuridad más absoluta.

El dolor derriba los muros que tengo para mantener a la gente fuera. Es como me conecto profundamente, ofreciendo ese dolor, el miedo y la lucha a la persona que quiere valorarlo.

Es el precio que estoy dispuesta a pagar por lo que soy, y la forma en que me gusta.

Una masoquista

jueves, 11 de septiembre de 2014

Su masoquismo

Por lo tanto, a pesar de ser masoquista, ella es una dominante que libera dolor y asfixia. No estaba segura de cómo funcionaría logísticamente en una situación en la que ella estuviera en el cargo y que otra masoquista la sirviera.

 

Su sádico hizo un trabajo brillante con la “asfixia sensual,” que es lo que la hace cuando ella no puede respirar. Esto era mucho más excitante de lo que parecía.


Ahora, el dolor es otra cosa y hoy su sádico le ha demostrado que el dolor se recibe mejor cuando alguien gime y ruega que cuando se perdona por lo que hace. Sadismo culpable, la nueva sumisión.

sábado, 6 de septiembre de 2014

¿Qué es ser sádico?

Alguien, en alguna parte de Internet, plantea esa pregunta y yo me uno a los demás e intento contestarla.

Algunas personas estaban  hablando allí de ser sádicos, pero no sádicos verdaderos. Por lo tanto, y brevemente, vamos a desglosar esta información.

• sádico.
• sustantivo.
• 1. Psiquiatría: Una persona que tiene la condición de sadismo, en la que uno recibe la  gratificación sexual de recibir dolor y degrada a otra persona.
• 2. Una persona que disfruta siendo cruel.

En esencia, la típica persona que dice que es un sádico, se está refiriendo a la primera definición. Cuando dice que no es sádico verdadero y que no disfruta siendo cruel con los demás.

Entonces, ¿qué se siente al ser un sádico? Bueno, me gusta hacer daño a mi pareja de sesión o de juego, pero no me gusta ser cruel con ella. Hacerle daño sin consentimiento o de una manera que no me hubieran consentido siendo cruel. Es también importante para mí, tener el control, principalmente, de mí mismo y, por ello, de la situación. No puedo hacer daño a mi pareja por mucho que me gustara, tengo que actuar dentro de unos límites, de los que ella es capaz de soportar. Presionarla con total desprecio de sus límites o de su seguridad, sería cruel.

Por estas razones, la persona a la que voy a hacerle daño tiene que ser capaz de confiar en mí. Confiar en que no voy a ser cruel con ella, confíar en que no voy a violarla. Al pensar en esta situación, se pueden poner en mi piel. Ellas pueden ser atadas, amordazadas, desnudadas y estar a solas conmigo. Ese es un sitio para estar muy vulnerable, especialmente, cuando voy a azotarlas con implementos hasta que su piel se torne en colores bonitos.

Ahora, este es el que azota. Me baso en la confianza. El dolor no es la única cosa que me excita. El consentimiento hace que la sangre fluya también. Imagine el escenario que describo. Dese cuenta de que ella me ha consentido que le haga esto. En la mitad de esa vulnerabilidad, confía que le siga haciendo esto. Además, quiere que – yo – haga esto con ella y tenerla en esta situación.

Esto es terriblemente erótico. (Tómese unos momentos para reflexionar).

Para mí, no es sólo el acto físico de causar dolor a alguien, es lo que la implicación de ser capaz de causar ese dolor a ella significa, sin ser cruel. Dios, qué subidón. Para mí, en un buen sentido, las sensaciones son mentales, emocionales y físicas. Colectivamente, ellas me comprenden y están increíblemente satisfechas. En mi vida, hay muy pocas cosas como esa.

Espero ser capaz de responder a su pregunta.

lunes, 1 de septiembre de 2014

"Después de quitarme las bragas..."

“Él me golpeó con mi nueva cane de bambú. La que él había elegido para mí y cuando empecé a aspirar mi aliento y alejada de los dolores tan intensos, me preguntó si eso era suficiente y le dije que sí.” Entonces, dijo:

“Bueno, entonces, uno más.”

Y este fue perfecto, porque es el único que la hizo llorar con buenos lagrimones. Los que ni siquiera sabía que necesitaba. Esos azotes catárticos que permiten que se liberen todos los tipos de lágrimas.

En otros momentos, también había derramado estas lágrimas con él, en el orgasmo (rubor). Pero cuando, le causa dolor a ella y llora, esta quiere estar segura de que él lo sabe. Lo cual significa que está dejando de llorar y parando los azotes para hacerle saber que está bien. Que ella está de acuerdo, que es sólo la liberación.

“Así es cómo me atrajo hacia él, me envolvió en sus brazos alrededor de mí, me acurruqué en mí misma, como una bola. Envuelta en sus brazos y diciéndome: “Shhhh, estás de acuerdo, estás de acuerdo.”

Le miré hacia arriba y dije: “Lo estoy, estoy de acuerdo.”

Y cuando estaba sollozando, era duro para ella decir esto. Pero necesitaba que él supiera que no le había hecho daño. (Quería decir sí, esas marcas pican como una hija de puta, pero él no la había hecho daño). No estaba llorando por algo malo. No había nada de ello. Sólo que estaba de acuerdo y desesperada porque él supiera que estaba bien, así que le dijo: “Estoy bien, estoy bien.”

“Lo sé,” me contestó. Y seguía acariciando su trasero y su espalda. La reconfortaba y él lo sabía. Lo sabe porque lo sabe y porque ella se lo dice: “Esto es liberación, ¿sabes?” Y ella podría seguir llorando durante horas para que él compartiera también su dolor, para que lo sienta. Pero, ella aún se contenía.

“Voy a tener que aprender que el llorar con él está bien. Durante horas, si eso es lo que tiene que suceder, si esa es la liberación que viene porque una vez que empecé a habituarme, una vez que hube llorado un poco más, me permití dejarla fluir, dejar que se escapara.”

“Yo estaba más ligera, más tranquila, mejor. Por lo tanto, mucho mejor. Y le dije que el dolor es un ser extraño para mí y, luego, yo estaba llorando de nuevo y sé que mi cerebro me quiere decir algo más sobre esto, pero, por ahora, todo lo que sé es que todo era perfecto. E inesperado. Y justo, lo que yo necesitaba y para él que, algunas veces, sabe lo que necesito físicamente y creo que incluso, a veces, hasta emocionalmente.” Musitaba para sí misma

sábado, 30 de agosto de 2014

Tendrás dueño

Serás feliz cuando tengas tu Dueño. Tus ojos serán vendados y perderás tu vista, pero ganarás tu visión. Te arrodillarás delante de mí, pero nunca te habrás sentido tal alta. Hablarás con gemidos y quejidos ligeros y serán escuchados altos y claros. La paz mantendrá tus muñecas, atadas juntas y unidas por mis deseos. El amor agarrará tu cuello, haciéndote saber cuán frágil es realmente el momento. Te dejarás llevar, pero lo que recibirás en un lugar de tu libre albedrío, es un momento tan lleno de belleza, que llorarás cuando regreses.