Durante
unos pocos años, he estado hibernando, y ya rehecho, desde la consideración de
que me convertiré en el receptor primario de mis experiencias de vida y deseos
de entrenar a una mujer en la sumisión para que se entregue.
En
la medida que la lluvia cae, veo mi resistencia a la nueva carne femenina caer
en el camino. Es una buena sensación.
Ahora
estoy mirando a una posible sumisa con nuevos ojos. Esta vez, estoy
reflexionando en lo mucho que no solo puede dar, sino en lo mucho que puede
llegar a conseguir a través de mí. Voy a elegir a la que tiene sus ojos puestos
en mí, no sólo un ojo, sino los dos ojos.
A
menudo, he escogido a aquellas sin experiencias. Otras veces, a las que son
realmente nuevas a la realidad de la D/s. Generalmente, no elijo a la que ha
estado con muchos dominantes. Tampoco, voy a elegir a las que quieren estar con
todo el mundo.
Tengo
el deseo de moldear a una mujer en todo a lo que una vez soné que podría ser a
través de la sumisión. No a una mujer con la mentalidad única de tener su coño
jodido y todas las demás morbosidades que alguna vez haya pensado a través de
mí.
No
voy a elegir a la única que se da cuenta de ese pequeño viaje que nunca será
suficiente para mí.
Necesito
estar inspirado día tras día, no momento a momento. La sumisa debe ser
impulsada a complacerme, porque mi placer la hace realmente feliz. A pesar de
que no puede venir a mí como una masoquista, sus deseos, por mi marca de dureza
y pasiones, le darán el valor para tener éxito en la aceptación de mis
necesidades sobre las suyas.
Ella
debe ser capaz de vivir con una mente libre. Debe encajar bien en mi vida. Debe
ser fuerte de cuerpo y mente, porque la usaré para mis entrenamientos. Debe ser
exitable fácilmente, pero no consumirse con su excitación.
Pero,
en primer lugar, lo que me atrae, es su mente.
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