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domingo, 7 de diciembre de 2014

El hambre ha vuelto

Durante unos pocos años, he estado hibernando, y ya rehecho, desde la consideración de que me convertiré en el receptor primario de mis experiencias de vida y deseos de entrenar a una mujer en la sumisión para que se entregue.
En la medida que la lluvia cae, veo mi resistencia a la nueva carne femenina caer en el camino. Es una buena sensación.
Ahora estoy mirando a una posible sumisa con nuevos ojos. Esta vez, estoy reflexionando en lo mucho que no solo puede dar, sino en lo mucho que puede llegar a conseguir a través de mí. Voy a elegir a la que tiene sus ojos puestos en mí, no sólo un ojo, sino los dos ojos.
A menudo, he escogido a aquellas sin experiencias. Otras veces, a las que son realmente nuevas a la realidad de la D/s. Generalmente, no elijo a la que ha estado con muchos dominantes. Tampoco, voy a elegir a las que quieren estar con todo el mundo.
Tengo el deseo de moldear a una mujer en todo a lo que una vez soné que podría ser a través de la sumisión. No a una mujer con la mentalidad única de tener su coño jodido y todas las demás morbosidades que alguna vez haya pensado a través de mí.
No voy a elegir a la única que se da cuenta de ese pequeño viaje que nunca será suficiente para mí.
Necesito estar inspirado día tras día, no momento a momento. La sumisa debe ser impulsada a complacerme, porque mi placer la hace realmente feliz. A pesar de que no puede venir a mí como una masoquista, sus deseos, por mi marca de dureza y pasiones, le darán el valor para tener éxito en la aceptación de mis necesidades sobre las suyas.
Ella debe ser capaz de vivir con una mente libre. Debe encajar bien en mi vida. Debe ser fuerte de cuerpo y mente, porque la usaré para mis entrenamientos. Debe ser exitable fácilmente, pero no consumirse con su excitación.
Pero, en primer lugar, lo que me atrae, es su mente.

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