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lunes, 1 de septiembre de 2014

"Después de quitarme las bragas..."

“Él me golpeó con mi nueva cane de bambú. La que él había elegido para mí y cuando empecé a aspirar mi aliento y alejada de los dolores tan intensos, me preguntó si eso era suficiente y le dije que sí.” Entonces, dijo:

“Bueno, entonces, uno más.”

Y este fue perfecto, porque es el único que la hizo llorar con buenos lagrimones. Los que ni siquiera sabía que necesitaba. Esos azotes catárticos que permiten que se liberen todos los tipos de lágrimas.

En otros momentos, también había derramado estas lágrimas con él, en el orgasmo (rubor). Pero cuando, le causa dolor a ella y llora, esta quiere estar segura de que él lo sabe. Lo cual significa que está dejando de llorar y parando los azotes para hacerle saber que está bien. Que ella está de acuerdo, que es sólo la liberación.

“Así es cómo me atrajo hacia él, me envolvió en sus brazos alrededor de mí, me acurruqué en mí misma, como una bola. Envuelta en sus brazos y diciéndome: “Shhhh, estás de acuerdo, estás de acuerdo.”

Le miré hacia arriba y dije: “Lo estoy, estoy de acuerdo.”

Y cuando estaba sollozando, era duro para ella decir esto. Pero necesitaba que él supiera que no le había hecho daño. (Quería decir sí, esas marcas pican como una hija de puta, pero él no la había hecho daño). No estaba llorando por algo malo. No había nada de ello. Sólo que estaba de acuerdo y desesperada porque él supiera que estaba bien, así que le dijo: “Estoy bien, estoy bien.”

“Lo sé,” me contestó. Y seguía acariciando su trasero y su espalda. La reconfortaba y él lo sabía. Lo sabe porque lo sabe y porque ella se lo dice: “Esto es liberación, ¿sabes?” Y ella podría seguir llorando durante horas para que él compartiera también su dolor, para que lo sienta. Pero, ella aún se contenía.

“Voy a tener que aprender que el llorar con él está bien. Durante horas, si eso es lo que tiene que suceder, si esa es la liberación que viene porque una vez que empecé a habituarme, una vez que hube llorado un poco más, me permití dejarla fluir, dejar que se escapara.”

“Yo estaba más ligera, más tranquila, mejor. Por lo tanto, mucho mejor. Y le dije que el dolor es un ser extraño para mí y, luego, yo estaba llorando de nuevo y sé que mi cerebro me quiere decir algo más sobre esto, pero, por ahora, todo lo que sé es que todo era perfecto. E inesperado. Y justo, lo que yo necesitaba y para él que, algunas veces, sabe lo que necesito físicamente y creo que incluso, a veces, hasta emocionalmente.” Musitaba para sí misma

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