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miércoles, 27 de agosto de 2014

Masoquismo creciente

Ella nunca va diciendo por ahí que es la mejor, que puede recibir cualquier cosa, porque no puede. Es muy nueva en su masoquismo y le gusta que la esté haciendo cambiar. Hace algunos meses, ella no podía recibir ni media docena de azotes con la cane. Incluso, si se traba de azotes fuertes con un flogger o un simple cinturón. Ahora, es adicta al cruel mordisco de la cane y está empezando a ser capaz de recibir una docena de azotes con esos implementos.

Ahora, estaba empezando a tener más moratones en su cuerpo y a aguantar más. La única razón por la que paró anoche el encuentro con su pareja fue, porque literalmente no podía volver al sueño con el fin de ponerse de pie y recibir más. Hizo un gran esfuerzo para estar de pie otra vez, pero, simplemente, no podía. Y hablando de esto último, ella se había dado cuenta que se ponía muy triste debido a la cantidad de gritos que salían de su boca, lo cual la desanimaba. Ya había decidido que la próxima vez, debería amordazar su boca porque cuando era azotada con la cane se volvía muy expresiva. La cane duele como el infierno y no hay  una manera agradable de azotar con ella, porque duele o duele. Sin calentamiento previo, duele desde el principio y, por eso, ella gritaba tanto. También había descubierto que el azotar su espalda con la cane era jodidamente increíble. Ella pensaba que tenía que conseguir un orgasmo completo solo con el dolor. Pero, a la vez, se había dado cuenta que es un asunto de tiempo porque ya ha estado cerca.

Estar sin una pareja que la pudiera azotar, significaba que ella todavía confiaba en algunos de sus amigos, pero, siempre y cuando, no les importara curar su “picor” justo en el momento que lo sintiera, y estaba de acuerdo con ello. Durante mucho tiempo, ella ha estado odiando el hecho de no tener a nadie, no ser de nadie. En estos momentos, estaba resignada a ello. Tenía cosas más importantes de qué preocuparse. En cierta manera, siempre se ha hecho cargo de su propia vida real. Por lo cual, no iba a correr demasiado para encontrar eso.

Sucede cuando sucede y, como el resto de su vida, ella no va a estar corriendo para encontrarlo. Lo que quiere es difícil de encontrar. Primero, quiere un sádico y segundo, que sea dominante. Porque dejó de ser masoquista cuando esa parte de ella fue herida y, por lo tanto, todavía no ha encontrado a alguien que la saque fuera de sí, que la haga salir en el momento que encuentre a la persona adecuada. Ahora, sólo es una sumisa. Cuando la han puesto en su sitio, dice que apenas hay unos pocos selectos que harían sentirse instintivamente masoquista y sumisa, incluso, hablando de las cosas de cada día. Ahora, ella es una consecuencia de una mente revuelta y fastidiada.

Tardó un tiempo, pero, al final, llegó. No es la mujer rota que entró en este mundo hace tres años, queriendo que todo sucediera en ese momento y corregir lo que estaba mal. No era buena para nadie, si no estaba bien interiormente. Lo contrario, sería peligroso. Lo que más ha aprendido, es sobre ella misma. ¿Cómo la ven los demás? ¿Cómo reaccionan ante ella? ¿Cómo se ve a sí misma? ¿Por qué hace lo que hace? ¿Cómo reacciona ante las cosas? ¿Por qué reacciona ante las cosas y ha aprendido la mayoría de las cosas con el dolor? Poco a poco, dejó de actuar como una niña y, a su vez, empezó a actuar como una adulta en su mayor parte.

Ella tiene sus momentos, tiene sus días malos, tiene conflictos internos con lo que hace, pero una de las pocas cosas que tiene, es que se siente segura. Es raro que ella diga que se encuentra segura dentro de la D/s y en el masoquismo, pero lo está. Es donde solamente la persona que es, está intentando impresionarse a sí misma y hace esto cada vez que es sometida y en su relación del día a día.

Una vez, asistiendo a una fiesta, tuvo el mayor cumplido que alguien pudiera haberle  dado aquella noche, fue uno de los grandes cumplidos que ha tenido. No tenía nada que ver con lo que ella llevaba, su vestido, su peinado, su apariencia, etc. Le dijo: “Es bello someter a una masoquista real, gracias.” Decirle a alguien con la que sólo estuvo una vez, dar la vuelta y decirle que era una masoquista real, era muy fuerte. En verdad, ella no creía que hasta ese momento fuera buena siendo masoquista. Sí, era la única etiqueta que se ajustaba a ella. “Pero, otras masoquistas eran mucho mejor que ella en esto,” pensaba.

Después de este comentario, ella estuvo volando. Le encantaba el hecho de que le gustara el dolor, de soportarlo tanto como pudiera y sentirse presionada. Le encantaba que fuera lo que ella es, masoquista, y que cada día se hiciera más fuerte. Le encantaría que un día pudiera ser capaz de soportar el castigo que un sádico amigo le pueda infligir. Es una persona a la que ella admira mucho, hasta el punto donde casi le dan ganas de llorar debido a lo que hace y, por donde transitar, es hermoso para ella. Es un sádico que ella ha visto crecer dentro de sí mismo.

Ella sabe que un día, será capaz de recibir lo que él hace y le encantará el hecho de tener ese viaje en perspectiva, esperándola para cuando esté preparada.

No todo el mundo puede hacer lo que una masoquista hace, en las dimensiones que lo hace, pero ella está muy orgullosa de decir que es una persona que está empezando a ser capaz de hacerlo. Se siente orgullosa de ser ella.

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