En
muchas maneras, el masoquismo es un espectro de sensaciones que van desde las
más suaves hasta las más extremas y, en un sentido físico, les permiten a las
masoquistas participar en las emociones de sus torturas. A pesar de que no
puedan denominarlas o comprenderlas o sentirlas, encuentran un sentido de
placer indirecto en las emociones compartidas.
Ser
el juguete de un sádico, aparentemente, carente de emociones típicas y
exigencias, pueden quedar atrapadas en una sesión mucho más profunda y durante
mucho más tiempo del que pueda la masoquista, y conseguir un placer excepcional
y una vinculación íntima con el sádico.
¿Sexo?
Va
mucho más allá de la lujuria o de los mecanismos del sexo.
Es
la unión de dos personas en sus núcleos más profundos, donde toda pretensión es
despojada y donde sólo la desnudez del alma permanece. ¿Es la emoción una forma
de ropa, que esconde el espíritu de esa persona?
Tal
vez, a menudo, me parece que la gente se esconde detrás de una barrera de ideas
y formas emocionales que se refieren “…como esto es lo que estoy sintiendo,”
incluso, si eso no tiene sentido en el contexto de los que ellos hablan.
¿Tiene
que tener sentido la emoción?
Me
parece que, dada la complejidad de las emociones, no estaría fuera de lugar
decir que, una emoción no representa necesariamente un evento, sino más bien,
representa la respuesta emocional del individuo o persona a ese evento, lo cual
puede o no puede ser lógico.
Soy
como un antropólogo que observa a una sociedad tribal con la esperanza de
descifrar los códigos de la vida de las
personas sadomasoquistas. Soy un antropólogo en la selva viendo “gorilas en la
niebla” y tratando de comprender el significado de sus vidas.
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