Serás feliz cuando tengas tu Dueño. Tus ojos
serán vendados y perderás tu vista, pero ganarás tu visión. Te arrodillarás
delante de mí, pero nunca te habrás sentido tal alta. Hablarás con gemidos y
quejidos ligeros y serán escuchados altos y claros. La paz mantendrá tus
muñecas, atadas juntas y unidas por mis deseos. El amor agarrará tu cuello,
haciéndote saber cuán frágil es realmente el momento. Te dejarás llevar, pero
lo que recibirás en un lugar de tu libre albedrío, es un momento tan lleno de
belleza, que llorarás cuando regreses.
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sábado, 30 de agosto de 2014
miércoles, 27 de agosto de 2014
Masoquismo creciente
Ella nunca va diciendo por ahí que es la mejor, que puede
recibir cualquier cosa, porque no puede. Es muy nueva en su masoquismo y le
gusta que la esté haciendo cambiar. Hace algunos meses, ella no podía recibir
ni media docena de azotes con la cane. Incluso, si se traba de azotes fuertes
con un flogger o un simple cinturón. Ahora, es adicta al cruel mordisco de la
cane y está empezando a ser capaz de recibir una docena de azotes con esos
implementos.
Ahora, estaba empezando a tener más moratones en su cuerpo y a aguantar más. La única razón por la que paró anoche el encuentro con su pareja fue, porque literalmente no podía volver al sueño con el fin de ponerse de pie y recibir más. Hizo un gran esfuerzo para estar de pie otra vez, pero, simplemente, no podía. Y hablando de esto último, ella se había dado cuenta que se ponía muy triste debido a la cantidad de gritos que salían de su boca, lo cual la desanimaba. Ya había decidido que la próxima vez, debería amordazar su boca porque cuando era azotada con la cane se volvía muy expresiva. La cane duele como el infierno y no hay una manera agradable de azotar con ella, porque duele o duele. Sin calentamiento previo, duele desde el principio y, por eso, ella gritaba tanto. También había descubierto que el azotar su espalda con la cane era jodidamente increíble. Ella pensaba que tenía que conseguir un orgasmo completo solo con el dolor. Pero, a la vez, se había dado cuenta que es un asunto de tiempo porque ya ha estado cerca.
Estar sin una pareja que la pudiera azotar, significaba que ella todavía confiaba en algunos de sus amigos, pero, siempre y cuando, no les importara curar su “picor” justo en el momento que lo sintiera, y estaba de acuerdo con ello. Durante mucho tiempo, ella ha estado odiando el hecho de no tener a nadie, no ser de nadie. En estos momentos, estaba resignada a ello. Tenía cosas más importantes de qué preocuparse. En cierta manera, siempre se ha hecho cargo de su propia vida real. Por lo cual, no iba a correr demasiado para encontrar eso.
Sucede cuando sucede y, como el resto de su vida, ella no va a estar corriendo para encontrarlo. Lo que quiere es difícil de encontrar. Primero, quiere un sádico y segundo, que sea dominante. Porque dejó de ser masoquista cuando esa parte de ella fue herida y, por lo tanto, todavía no ha encontrado a alguien que la saque fuera de sí, que la haga salir en el momento que encuentre a la persona adecuada. Ahora, sólo es una sumisa. Cuando la han puesto en su sitio, dice que apenas hay unos pocos selectos que harían sentirse instintivamente masoquista y sumisa, incluso, hablando de las cosas de cada día. Ahora, ella es una consecuencia de una mente revuelta y fastidiada.
Tardó un tiempo, pero, al final, llegó. No es la mujer rota que entró en este mundo hace tres años, queriendo que todo sucediera en ese momento y corregir lo que estaba mal. No era buena para nadie, si no estaba bien interiormente. Lo contrario, sería peligroso. Lo que más ha aprendido, es sobre ella misma. ¿Cómo la ven los demás? ¿Cómo reaccionan ante ella? ¿Cómo se ve a sí misma? ¿Por qué hace lo que hace? ¿Cómo reacciona ante las cosas? ¿Por qué reacciona ante las cosas y ha aprendido la mayoría de las cosas con el dolor? Poco a poco, dejó de actuar como una niña y, a su vez, empezó a actuar como una adulta en su mayor parte.
Ella tiene sus momentos, tiene sus días malos, tiene conflictos internos con lo que hace, pero una de las pocas cosas que tiene, es que se siente segura. Es raro que ella diga que se encuentra segura dentro de la D/s y en el masoquismo, pero lo está. Es donde solamente la persona que es, está intentando impresionarse a sí misma y hace esto cada vez que es sometida y en su relación del día a día.
Una vez, asistiendo a una fiesta, tuvo el mayor cumplido que alguien pudiera haberle dado aquella noche, fue uno de los grandes cumplidos que ha tenido. No tenía nada que ver con lo que ella llevaba, su vestido, su peinado, su apariencia, etc. Le dijo: “Es bello someter a una masoquista real, gracias.” Decirle a alguien con la que sólo estuvo una vez, dar la vuelta y decirle que era una masoquista real, era muy fuerte. En verdad, ella no creía que hasta ese momento fuera buena siendo masoquista. Sí, era la única etiqueta que se ajustaba a ella. “Pero, otras masoquistas eran mucho mejor que ella en esto,” pensaba.
Después de este comentario, ella estuvo volando. Le encantaba el hecho de que le gustara el dolor, de soportarlo tanto como pudiera y sentirse presionada. Le encantaba que fuera lo que ella es, masoquista, y que cada día se hiciera más fuerte. Le encantaría que un día pudiera ser capaz de soportar el castigo que un sádico amigo le pueda infligir. Es una persona a la que ella admira mucho, hasta el punto donde casi le dan ganas de llorar debido a lo que hace y, por donde transitar, es hermoso para ella. Es un sádico que ella ha visto crecer dentro de sí mismo.
Ella sabe que un día, será capaz de recibir lo que él hace y le encantará el hecho de tener ese viaje en perspectiva, esperándola para cuando esté preparada.
No todo el mundo puede hacer lo que una masoquista hace, en las dimensiones que lo hace, pero ella está muy orgullosa de decir que es una persona que está empezando a ser capaz de hacerlo. Se siente orgullosa de ser ella.
martes, 19 de agosto de 2014
¡Oh, el poder de sus palabras escritas!
Somos
amigos, hablamos, podemos hablar de cualquier cosa por debajo o por encima de
las estrellas. El texto coqueto ocasional se encontró con una aceptación
abierta y, de nuevo, se dió. Y cuando se hizo un poco más intenso, le pidió que
parase y que fuera dulce y paciente. Mientras, todo su propio impulso reflexivo
crecía dentro de ella. Tenía que presionar para atraparlo. Se sentía atraída
hacia él y su bien utilizado vocabulario. Sus palabras justas eran racionales.
Ella se entrega otra vez a llevar de nuevo los coqueteos lúdicos, sabiendo que
él va a responder, si lo desea. Sólo que esta vez no se echará para atrás. No
le pedirá que se detenga. Las palabras vienen y van, seguidas por frases cada
vez más seductoras. Él sigue presionando para ver hasta dónde puede llegar.
Ella las siente como si la estuviera presionando contra la pared con el fin de
encontrar su línea. Casi bromeando, no atreviéndose a respaldarle de nuevo.
Pero, no esta vez, antes de que ella sepa que cada notificación la tensa, se
pierde en el mundo de palabras que él ha construido para jugar con ella.
Espera
con ansiedad, preparada, casi necesitando la siguiente frase. Sus palabras de
fantasía la consumen. Sólo ver sus letras en la pantalla de su ordenador le
producen una enorme presión en su pecho. No tiene ni idea si él siente
cualquiera de las palabras que le envía y el pensarlo, le preocupa, porque está
atrapada en cada mail suyo. Ella sigue cada palabra de él como si estuviera
físicamente con ella. Se aferra a su clímax hasta que él no le dé otra opción.
Puede sentir su castigo como si lo leyera. Lo siente todo. Siente la desesperación
de gritarle. ¿Qué ha hecho ella para que él la reduzca? ¿Por favor? Ella no le
roba tanto tiempo, pero está colgada a las palabras de él.
“¡Oh,
Maestro de la escritura dominante, soy su esclava! Espero que llegue pronto. Le
necesito. No puedo esperar a la siguiente orden. Cóncedame la liberación,” ella
le escribió.
“Lleno
mis momentos de angustia esperando ver más de su dominación, agraciando mi
pantalla y llenándome a mí misma. Pensando en usted, anhelándole. Soy su
esclava, domíneme, ordéneme. Desde miles de kilómetros de distancia, me está
dando el tormento más dulce, y más me duele. Es demasiado fuerte, no puedo
pararlo, no quiero detenerlo, pero necesito que usted acabe. Termine conmigo,
termine la historia. ¿Cómo estas palabras pueden traerme tanto complemento? Necesito saber. ¿Cómo va a terminar conmigo? Hágame
gemir y gritar cuando no pueda oírme. Haga que me corra, Usted, Amo de la
tortura. Parece una eternidad.”
“Al llenarme
yo misma, me tiene a punto y tengo que esforzarme para detenerme. Por favor,
concédame esta liberación. Es demasiado para estar desnuda, dígame cómo puedo
correrme. Se lo estoy rogando, desde miles de kilómetros de distancia, de
rodillas, por usted. Esperar con esta angustia es doloroso. Su dulce
sufrimiento ha encontrado su camino en mi carne. Mis muslos arañados, me he
tirado de los pelos, mis pezones y pechos magullados. Entre mis piernas, una
humedad palpitante y el coño dolorido. Nunca me han hecho que me orine, pero
puedo sentir que va a suceder. Usted me obligará a cumplir algo que yo nunca he
hecho. Un Amo auténtico. Siempre quiero hacer su orden y todavía no me he corrido.
Sin embargo, no puedo esperar mucho más tiempo. Necesito liberarme. Necesito su
permiso y no tengo otra opción. Usted ha tenido la habilidad de dominarme solo
con las palabras. Soy su esclava. Usted es mi Amo, mi Señor y mi Dueño.”
“Los jugos a
los que usted hacía referencia corren hacia abajo por mis muslos. La flor está
hinchada y llena. Ansiosa de darle el clímax que usted me pidió y, ¡oh, con
cuántas palabras diferentes! Usted está en las alturas. Necesito correrme con
usted. Me duele con la necesidad de mi sangre que me produce escalofríos. Me ha
hecho un lío y nunca ha estado en la misma habitación conmigo. Nunca he oído su
voz. Me martillea como una sustitución barata para usted, dentro de mí con la
esperanza de romper un poco la angustia. Cada vez que intento acercarme, no
puedo esperar. Me estoy corriendo. Avergonzada. La tension se libera y, por lo
tanto, su siguiente y agonizante párrafo de la descripción celestial entra a
través de mis ojos y la presión se acumula directamente. ¡Folla! Estoy tendida
en el charco de mi climax refrescandome bajo el ventilador del techo y todo fue
por no… Estoy de nuevo en la necesidad de… nunca he sido capaz de orinarme
hasta ahora. ¿Qué me ha hecho? Le pregunté esto. Después de todo, son solamente
palabras. Temblando, mientras atravieso el país de su dominación. ¡Oh, Dios
mío! ¿Cómo me hizo esto? ¿Por qué le dejé que lo hiciera? El temblor me produce
escalofríos y estoy preparada para más. Sólo para que termine conmigo, rompáme.”
“Córrete
para mí y cóncedeme el final. Termina nuestra historia,” le escribe.
Ella está a
punto de explotar de nuevo. Por fin, ese mundo de fantasía constuido con
palabras viene con las lluvias que caen alrededor de ella. Lo necesita. Le
necesita. Jadeando, temblores, abrasada de no creer y una mezcla de evidencias
de que Él es su Amo, hace que su cama se sienta llena. Eso es todo lo que ella
sueña cuando recuerda su control, sin decirle ni una palabra. Él la sube, la
levanta y la empuja hacia nuevos límites y la rompe.
“¡Oh, Señor, este es el poder de sus palabras escritas!” Escribe ella.
“¡Oh, Señor, este es el poder de sus palabras escritas!” Escribe ella.
viernes, 15 de agosto de 2014
¿Te gusta hacerle daño a alguien que no le gusta el dolor?
Sólo
me preguntaba si es más excitante para un sádico hacerle daño a alguien que
esté dispuesta a sufrir y soportar algo de dolor, pero no disfrutar realmente
del dolor en sí, sino que disfruta soportando el agradar al sádico
O,
¿es que la mayoría de los sádicos encuentran más excitación con alguien que le
gusta que le hagan daño?
¿Cuál
es la preferencia?
Tal
vez, no he crecido todavía aleatoriamente en mis zapatos, pero infligir dolor a
alguien que solamente lo está haciendo para agradarme, me haría sentirme como
un matón, un monstruo. (Y no un monstruo sexual).
Tenga
en cuenta que hay muchas sumisas que se someten al dolor con el fin de agradar
a sus Dominantes y esto me parece admirable y, hoy en día, hasta romántico. Es
sólo tener una ayuda social que me prevenga de relajarme y aceptar tal
sacrificio.
Para
mí, sería sentir como que he sido el destinatario de la lástima sexual y es
difícil para mí encontrar ahí la conexión emocional. Tal vez sea, porque yo
necesito complacer fundamentalmente a mi victima tanto como a tomar mi placer
también de ella.
No
hay nada más excitante que ver la lujuria ardiente detrás del brillo de las
lágrimas que salen de sus ojos. No existe más conexión que ella arrodillándose
de dolor, los ojos cerrados mirando al techo, coger aliento mientras ella
procesa mi último beso y, entonces, escucharla susurrar finalmente: “Esto fue
delicioso.”
Lo creas o no, pero en medio de las lágrimas y los ruegos y los gritos, Bensade está buscando su aprobación.
Lo creas o no, pero en medio de las lágrimas y los ruegos y los gritos, Bensade está buscando su aprobación.
lunes, 11 de agosto de 2014
Habiéndola él quitado las bragas...
Ella no creía que sintiera lo mismo viniendo de otra persona. Pudiera ser que fuera así. Porque, sexualmente y, en un principio, ella fue spankee y, posteriormente y durante mucho tiempo, ha sido sumisa. En el fondo, quizás y sin ella saberlo, siempre.
Pero, ella no
creía que lo fuera a sentir exactamente igual con otro hombre. Tal como ella lo
sintió, cuando él deslizaba sus bragas hacia abajo. Él la pidió que se quitar
sus bragas, pero no lo hizo. Dejó sus
bragas puestas.
¿Estaba ella
tratando de suavizar lo que iba a venir? O ¿no estaba todavía segura donde él
iba a golpear con exactitud? O ¿estaba siguiendo al pie de la letra la ley de “bragas
fuera”?
Se quitó las
bragas. Las dobló y las colocó en la parte inferior de la cama. Casi una
extensión ritualista y un dibujo del inesperado momento que él la había
ofrecido.
“Tengo algo para ti,”
le había dicho, mientras ella se estaba preparando para salir. “Tengo algo para
ti” y ella estaba sorprendida. En absoluto, no tenía ni idea de lo que él iba a
sacar de la bolsa en la que estaba hurgando.
Lo que sacó, la
hizo sonrojar. Al menos, en su interior, si no, externamente. Dos trozos largos
de caña de bambú. Él le entregó el más corto.
Ella se sonrojó de
nuevo y lo sostuvo con cautela en sus manos. Como si fuera a quemarle si lo
agarraba con demasiado fuerza.
“Escogí una para
tí,” dijo él y ella podría haber sonreído, sin ser capaz de mirarle. Se sentí tímida
con este regalo. “Observé todas las piezas, una por una, hasta que encontré
estas dos. Y esta es para tí. Incluso, tiene un extremo plano,” le dijo él.
“Gracias,”
contestó. No estaba segura qué hacer con el regalo. Otra forma de pensar sería
sobre cuándo, tal vez, sería posible ser usada. Tal vez…
Tal vez, él se
quedaría en casa de ella y le preguntaría por la cane y cuándo usarla.
Por lo tanto,
sonrió cogiéndola con cuidado. Sonriente y con rubor.
Empezó a dirigirse
hacia el borde de la cama, preparándose para salir otra vez. Tuvieron una
conversación breve sobre algo. El día. Su caminata juntos. No recordaba porque,
entonces, él dijo sin pensarlo: “¿Te gustaría ver cómo se siente?”
“¡Oh, sí!” y lo
dijo.
Ella quería ver y
sentir cómo dolía. Quería que él hiciera que la doliera con la cane (ella lo
esperaba). Solo un golpe o dos. Sólo por diversión, ¿vale?
Así que,
“Pantalones fuera,” él dijo. Y ella se los bajó. Tranquila y poco a poco, con
parsimonia. Y los dobló en parte inferior de su cama. Enrollándose ella misma
contra su estómago. Ella no había pensado mucho en sus bragas hasta que sintió
su mano.
Sus dedos, rozando
su piel para arrastrarlas hacia abajo. Y ella no sabía si alguna vez este
ritual le pareció tan delicioso, tan perfecto. No sabía si alguna se había
sentido más vulnerable y excitada que en ese momento. Él tirando hacia debajo
de sus bragas, para exponer su piel, su carne, sus nalgas, su trasero. Así que
él me podría mostrar lo mucho que una cane puede doler y picar.
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